Cincuenta y un días desde que te ví por primera vez, miércoles veintiocho de marzo.
Puedo mencionar las llamadas, los mensajes, los besos que me has dado; los sitios donde hemos comido y las películas que hemos visto desde entonces.
Los ‘te quiero’, los berrinches, lo que me haces sentir desde aquel día en el que no te buscaba y apareciste frente a mi.
Abril cuatro, caminaste y me abrazaste por la espalda, después vino nuestro primer beso. Lo recuerdas?
Dormir a tu lado, abrazarte, poner mi nariz en tu pecho e impregnarme de tu aroma, besarte bonito, besarte lento, despacito, por todo el rostro.
No dejo de preguntarme lo que estuviese pasando ahora si hubiésemos hecho el amor aquel cinco de abril. Me sobraban los motivos para desnudarme, entregarme y ser tuya, pero me gano esa avaricia de querer despertar a tu lado por muchos días.
Cincuenta y un días.
Me has acostumbrado tanto a ti que no puedo no extrañarte.
Cincuenta y un días Hoy no estás. Es el primer día en que no estás conmigo y me haces falta.
Aquí tu olor se ha quedado en mi almohada y la abrazo con la intención de que por la mañana, pueda pensarte menos y me pueda ir mejor.
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