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Foto del escritorMaday C. Doria

Todos tenemos un amor, pero mi amor, tiene el suyo.

Me encontraba manejando por la calle cuando su voz me despertó mientras me preguntaba: ¿En qué vienes pensando?

En ti, le respondí. Sonrío y me dijo que no era necesario, que venía justo al lado mío.

Pues sí, venía pensando en ella, en los planes que solo se materializan en mi mente, hablaba con ella, sobre un nosotros que no llega, sobre un futuro que no existe.

Pensaba en lo mucho que la amo, en que amarla duele, en el placer que eso me provoca. Sí, soy masoquista.

Llámenme loca, pero podría contar los días, las horas y hasta los minutos exactos, desde que no la tengo. Llámenme loca, pero juraría que no puedo respirar, ni vivir, ni caminar… Es como andar por el mundo sin un pulmón, estoy incompleta, me falta ella.

En realidad, uno no se muere por amor, ni me dejará tendida en cama el hecho de que me falte un pulmón, un riñón, un brazo, un pie, incluso sin corazón seguiría viviendo. Simplemente ando por la vida buscando las mitades que me faltan, en cualquier lugar, en cualquier persona.

Yo, no quiero seguir buscando ninguna mitad en ninguna parte, porque sé exactamente donde se encuentra la que me pertenece.

Y sí, me duele, me arde, me quema no tenerla conmigo.

Aunque si conmigo, pero no para mí. No de mí.

Ni yo de ella.

La observé, sonreía.. Miraba sus labios mientras soportaba la desesperación por tomarla, besarla, poseerla..

Me dolía, me dolía verla.

Nada de lo que yo pueda decir, pensar o escribir.. Logrará tenerla conmigo. Estas palabras no sirven de nada, no valen nada, no construyen nada.

Al final le dije: – Todos tenemos un amor, pero mi amor, tiene el suyo. – Eso es muy triste – Dímelo a mí. Le contesté.

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