Existen cosas que nos matan, nos desintegran de tal modo que nos desconocemos al punto de no saber quienes somos.
Aveces suceden cosas en la vida cotidiana que nos hacen perder el control y terminamos explotando una bomba y cuando llega la calma es imposible no ver los estragos de todo el daño.
No se cansan de repetirnos que hay que renovarnos día a día, crecer como personas, aprender y ser mejores cada día, pero en la práctica revienta las pelotas luchar contra uno mismo y cambiar lo que toda una vida ha sido parte de nosotros.
Aveces la situación nos aniquila, nos mata y desaparecemos, quisiera describirlo con una analogía, quizá pendeja, pero es mía.
Una de las cosas que aprendí de niña al ver Dragon Ball, es que hay advesarios que pueden llegar a terminar con nuestras vidas, la vida, las situaciones, nuestras deciciones, aveces, terminan metiendonos la putiza de nuestras vidas, evidentemente nos derrotan, pero ahí no es donde termina.
Existe el “Dios dragón” o “Dios espíritu”, que controla la lluvia y el viento, es un dragón que concede deseos y aparece cuando alguien reúne las siete esferas dispersas en toda la tierra, se dice que vive en el fuego del centro de la tierra y cada vez que se le llama concederá un deseo y esparcirá nuevamente las esferas por toda la tierra.
De esta manera los personajes de la seria podían ser resucitados, despues, se internaban en una capsula, solos, a meditar y prepararse para ser mas fuertes para enfrentarse nuevamente al enemigo.
Necesitamos momentos a solas con nosotros mismos, hacernos fuertes y volver a la batalla.
Juntemos las esferas.
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