Me han repetido cientos de veces que tengo que aprender a soltarte, borrarte del mapa, olvidar que existes.
No te culpo por los errores que he cometido después de ti, de las malas decisiones que he tomado o del lugar en que me encuentro. Si de algo tengo que culparte, es por tu indiferencia y por la estupidez de parte mía al no poder ver y entender que tú ya no estarás.
Quizá esperé de mas con esa idea, se me fue la cuenta de todas las noches en las que te imaginaba diciendo que veías un futuro a mi lado, conmigo.
Nunca te marchaste, estabas ahí pero no conmigo, no a mi lado. Y nunca terminaste por marcharte por completo, no te fuiste del todo, dejaste la puerta entreabierta, de forma que pudieras estar segura que no quedabas fuera.
Tengo que aprender a soltarte, me lo han repetido. Como si no lo supiera, como si no lo hubiera ya intentado. Que por salud mental, por mi estabilidad, que allá afuera existen personas que si merecen estar a mi lado.
Lo mejor que podría pasarme es no tenerte conmigo; proyecto todos mis futuros y puedo verme atrapada, frustrada y poco afortunada a tu lado.
No se trata de aprender a hacerlo, es una decisión. La decisión de contener las ganas de buscarte, de saber de ti La decisión de abrir los ojos y atreverme a ver otros paisajes.
Es necesario cortarte de tajo, dejar todo aquello que no me deja avanzar Hoy necesito alejarme de ti, por mi.
No necesito aprender a soltarte, lo decido. Hasta siempre.
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