El problema con el deseo no es lo que provoca cuando no puedes saciarlo, sino lo que ocasiona el no poder sentirlo. Así sucede, un día estás y al siguiente desapareces.
Como despertar de un sueño y querer aferrarte a los cinco minutos más que te regalas todas las mañanas, como si de recompensarnos se tratara.
Nos levantamos día con día y hacemos las mismas cosas, a las mismas horas, en los mismos lugares, con las mismas personas.
Siempre los mismos problemas, que con el tiempo crecen y se hacen más grandes.
Lo vimos venir todo el tiempo, pero preferimos voltear hacia otro lado, los echaste bajo la cama donde nadie pudiera verlos. Sabías que estaban ahí haciendo polvo y lo ignoraste.
Seguiste de largo, lo pospusiste todo, estuviste en todas partes y al mismo tiempo en ningún lado.
Ahora tienes tiempo y observas, quizá el problema no lo tengan ellos, ni tú. Habrá que limpiar todo el desastre, comienza con tu parte.
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