De pronto desperté con la sensación de estar viviendo una vida que no es la mía. Ella aún estaba aquí, pero esta vez solo era una especie de actriz que ambientaba la escena.
Olvidé el guion y me concentré en las palabras, cada paso que daba, el punto correcto hacia el cual dirigir mi mirada. Me encontré cuidando lo que salía de mi boca, evitando el mínimo contacto con todo lo que pudiera salirme mal.
Éramos solo dos historias que se encontraron nuevamente y coincidieron, compartimos el tiempo y espacio que se encontraba frente a nuestros ojos esa noche.
Ya no somos nosotros, ni el espacio, ni los años, el final de la historia resultó que no tenía ningún final. Aunque intente siquiera regresar al mismo sitio, estas piezas ya no encajan.
Aún imagino poder encontrar la combinación exacta de hacernos coincidir en tiempo, modo, espacio y lugar indicados, donde todo nos pudiera bien y estamos justo en donde queremos.
Donde no llega, ni nos tenemos que ir.
Quise insistirle para que se quedara, pero mi boca se despedía mientras se marchaba. El día ya había terminado.
Por la mañana se levantó el telón de nuevo, y ella no estaba en escena.
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