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Firewalk

Me invitó a lanzarme y en mi experiencia, nunca fue buena idea hacerlo sin paracaídas. Lo haríamos juntos a la cuenta de tres; Uno, dos, tres… me lancé y no sentí su mano, se había quedado paralizada al borde del avión observando como poco a poco me hacía más pequeña.

Abrí el paracaídas.

¿Quién en su sano juicio se aventaría al vacío en contra de las leyes de la física?

Ese día aprendí que si no me cuidaba, nadie más lo haría. Ahora, caminaremos sobre el fuego.

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