Soy un montón de piezas rotas, apiladas. Partes de cosas, piezas perdidas de rompecabezas.
Soy un montón de piezas rotas, apiladas, los restos de un naufragio, las ruinas de ciudades que estuvieron pobladas. Ella se planta frente a mí y de repente todo encuentra sentido, vuelve a latir, respira, florece y la sequía parece tener fin.
Hubiera querido encontrarla tiempo atrás y ahorrarnos un montón de historias. Era necesario quebrarnos, rompernos, armarnos y desarmarnos para formar lo que hoy vemos al mirarnos.
Partes inconclusas, dudas, cicatrices, unos cuantos sueños por cumplirse. No soy lo que ella espera, imagina o sueña, pero puedo darle todo lo que necesita, lo que está buscando, o al menos quiero intentarlo.
Veo sus ojos y no puedo evitar pensar en el futuro, incluirla en los planes, hacerlos propios, crear un mundo donde solo existan dos, donde pensar en ella sea desear tener un sitio propio a donde llegar, que la única palabra que pueda describirnos sea la que el resto define como hogar.
Somos las piezas rotas de otras vidas, este punto en el camino, el resultado de todas las casualidades, causalidades.
Somos paginas en blanco, una historia esperando a ser escrita.
Somos tiempo, el modo, el lugar, el espacio en donde nos encontramos. Somos el viaje que emprendemos, sería un mejor camino si ella lo caminara conmigo.
Tengo el arma homicida, la pondré en sus manos. Cerraré los ojos, esperando que suceda y nos funcione.
A fin de cuentas, jodidas ya estamos.
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