Te contaré un secreto.
¿Aún puedes recordar aquel momento en el que fuiste feliz? Sonreías, podía reflejarme en tu mirada pues ella brillaba, brillaba contigo e iluminabas el universo entero en aquellos días.
En aquellos días…
Entonces, se tornó como aquél pueblo abandonado después de esa explosión nuclear, escuelas vacías, calles sin vida; todo se quedó en su sitio, inmóvil, estático, como en una fotografía donde no aparece nadie.
¿Sabes por qué la gente huyó de aquél lugar?
Ellos amaban ese lugar; muchos nacían, crecían y veían crecer a sus hijos; salían a los parques los domingos, se tomaban de la mano mientras caminaban por sus calles. Un día, sonó la sirena y todos huyeron, desaparecieron tomando cada uno un rumbo distinto, no hubo tiempo de llevarse nada, no había marcha atrás.
Todo sigue en pie Abandonado, pero en pie Vacío, pero en pie.
Puedo ver una muñeca tirada justo en medio del parque, un poco más al centro hay un triciclo, una pelota y un monopatín. En la escuela, aquellos libros en los bancos marcando la página noventa y siete, las mochilas en el suelo, las cifras en el pizarrón. Si prestas atención, hasta pareciera que se pueden escuchar las risas de los niños, la voz del director, la campana del recreo…
Ya no hay nada, todo luce exactamente igual pero, Solo Vacío Sin vida.
Regresé a ese lugar, no me importó el riesgo de envenenarme con la radiación y no salir con vida, caminé por sus calles, sus parques, sus plazas. No pude respirar de su aire ya que una máscara me lo impedía, pero podría jurar y asegurar que es posible ahora, ya ha pasado un tiempo. Sé que podría volver a brillar la luz del sol y verlo cruzar por las ventanas.
No estoy segura, pero lo vi Lo vi a través de tus ojos, esa noche mientras me mirabas y me veía, como reflejada.
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