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Foto del escritorMaday C. Doria

CARCAJADAS

Sonreíste suave al verme, un movimiento rápido y dirigiste tu vista hacia otro sitio.

Yo también lo hacía, pero no podías verme porque te seguía través de un espejo.

Dicen que el sonreír se ha transformado a través del tiempo. La evolución de lo que solía ser algo así como un grito de guerreros derrotando a su enemigo, ganando la batalla eufóricos de conseguir aquello que estaban buscando.

¿Cuántas batallas ganaste mientras sonreías?

Cada enfermedad tiene sus síntomas.

Y si estar feliz lo fuera, sonreír seria el efecto.

Sonreíste al verme. Y yo no he conocido a una sola persona sonriendo estando deprimida.

He visto personas tristes y enojadas, caminan con la cabeza abajo, avanzan lento, como si vivir fuera un verdadero problema. Duermen, comen, cumplen horarios, vuelven a casa y lo repiten todo, como un ciclo que nunca termina, hasta que se desgasta, se acaba. Pasa el tiempo y se les va difuminando la sonrisa de los labios, van apareciendo marcas en el rostro.

Ellos dicen que la felicidad es un invento. Pero solo han olvidado como serlo.

Ya no sonríen, no ríen, no sueñan.

Estas marcas ya no se me borran.

Pero sonreíste y al mirarte yo también lo hice.

Y si ese es un síntoma, hazme cosquillas.

Que de las marcas, yo me encargo.

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