Me detuve y de repente me di cuenta que ya me encontraba lejos. Di media vuelta, y decidí que ya no quería regresar.
No hicieron falta palabras pues yo ya no escuchaba. Podrán faltarme todos los argumentos, pero no puedo permitirme escucharlos. Grité y nadie pareció escucharme, a nadie pareció importarle.
Piensan, opinan, y deciden como debe marchar el universo. Están completamente convencidos y defienden su idea con una interminable lista de protocolos, reglas y formas de mantener su propio equilibrio.
Me perdí buscando, y al llegar, él se encontraba ocupado. No pude escuchar, no abrí la puerta, solo observé.
Busqué preguntas y encontré mis propias respuestas. Probablemente al cerrar los ojos me dé cuenta de que estoy equivocada. O quizás no.
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